Te ha pasado ya muchas veces. Te marcas un objetivo, trazas un plan , pero finalmente no eres capaz de tomar acción.
Tú tienes claro qué debes hacer, sabes que hacerlo te acercará a una vida mejor, pero es como si una fuerza se interpusiese en tú y esa vida. Algo que no eres capaz de explicar y , sobre todo, algo contra lo que no sabes luchar.
En este episodio te voy a descubrir el culpable. Si te quedas hoy conmigo vas a entender de una vez por todas por qué te pasa esto y sobre todo voy a compartir contigo una serie de estrategias para vencer esta falta de acción.
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El antiguo problema de la postergación
El verano de 1830 fue un verano especial para el escritor Víctor Hugo. En esos momentos se enfrentaba a una fecha límite imposible .
¿El motivo? Doce meses antes, este famoso autor francés había llegado a un acuerdo con su editor para entregar un nuevo libro, pero durante seis meses Víctor Hugo había estado perdiendo el tiempo con otros proyectos, entreteniendo invitados y evidentemente «posponiendo» la escritura de ese nuevo libro.
Como resultado: quedaban 6 meses para entregar el libro y prácticamente no tenía nada escrito.
Víctor Hugo, consciente de que si quería obtener un resultado distinto, tendría que cambiar algo trazó un plan para vencer todos los obstáculos que le habían impedido centrarse en su principal objetivo: escribir su libro.
Tomó acción, buscó toda su ropa, y la guardó bajo llave. Tiró la llave y se quedó sin nada que ponerse, excepto una gran manta. Al no tener ropa adecuada, Víctor Hugo eliminó la tentación de salir a la calle y distraerse.
Permanecer en casa y escribir se convirtió en su única opción.
La estrategia funcionó. Hugo permaneció en su estudio cada día y escribió de forma incansable durante el otoño y el invierno de 1830. Su famososo libro, El Jorobado de Notre Dame se publicó dos semanas antes de la fecha prevista, 14 de enero de 1831.
Como ves este no es un problema de nuestros días. Los seres humanos hemos estado postergando las cosas importantes durante siglos.
Incluso los artistas prolíficos como Victor Hugo o Leonardo Da Vinci no eran inmunes a las distracciones de la vida cotidiana.
Yo he sufrido este problema una y otra vez y me imagino que tú también. Hace poco descubrí en un artículo de James Clear cuál es la causa de este comportamiento que nos impide avanzar hacia la vida que nos hemos propuesto, así como algunas soluciones. Y quiero compartirlas contigo en este episodio.
El efecto Akrasia: por qué no hacemos lo que debemos hacer.
Este problema es tan atemporal, de hecho, que los filósofos griegos como Sócrates y Aristóteles crearon una palabra para describir este tipo de comportamiento: Akrasia.
Akrasia es el efecto de actuar en contra de lo que te conviene. Es cuando haces una cosa aunque sabes que debes hacer otra que te conviene más.
En definitiva, Akrasia es lo que te impide seguir el plan que te has propuesto.
¿Por qué Victor Hugo se comprometió a escribir un libro y lo retrasó cada día durante casi un año? ¿Por qué hacemos planes, establecemos plazos y nos comprometemos con los objetivos, pero luego no los cumplimos? Porque hacemos planes, pero no tomamos las medidas necesarias para asegurarnos que lo vamos a cumplir.
Una explicación de por qué la akrasia gobierna nuestras vidas es porque ponemos por encima la gratificación instantánea aunque esta sea menor sobre un mayor benefico futuro, un benefico a largo plazo. Y este efecto, que los griegos denominaron Akrasia, gobierna nuestras vidas
Cuando te marcas un objetivo como, por ejemplo, bajar de peso, hacer más ejercicio, crear tu primer infoproducto… trazas un plan para crear un futuro diferente, un futuro mejor, ese futuro que corresponde con tu vida ideal.
Cuando trazas un plan de acción, estás imaginando cómo quieres que sea su vida en el futuro y en ese momento es fácil para ti ver los beneficios de esas acciones a largo plazo.
¡Está claro! Yo sé que crear mi primer infoproducto puede acercarme a la libertad financiera, eso se corresponde con mi ideal de vida: vivir bajo mis propios términos sin que el dinero sea un impedimento.
Entonces, me marco el objetivo de crear ese infoproducto en 12 semanas, por ejemplo, y trazo un plan para alcanzarlo.
Para hacerlo sé que tengo que arañar 2 horas a mi día y decido levantarme cada día 2 horas antes, en lugar de hacerlo a las 8 como he venido haciendo habitualmente, me levantaré a las 6.
¡Qué fácil! Ya lo tengo todo planeado. En 12 semanas mi vida será diferente, lo siento. He trazado un plan y solo tengo que seguirlo. Esa noche me voy a la cama súper motivada, sintiendo ya los efectos positivos de ese cambio, puedo sentir cómo llega el dinero a mi cuenta fruto de ese trabajo.
A la mañana siguiente suena el despertador, son las 06:00 de la mañana y esa motivación ha desaparecido. En ese momento entra en juego mi cerebro. Me dice, “déjate estar, si está lloviendo, hace frío, no has dormido suficiente, con lo bien que estás en la camita”.
Por la noche cuando yo me acosté mi cerebro se situaba en el futuro y sí era capaz de valorar los beneficios a largo plazo, pero ahora a las 06:00 de la mañana, un día lluvioso de otoño, mi cerebro está en el presente y la gratificación inmediata se impone a ese hipotético beneficio futuro.
¿Lo entiendes? ¿Entiendes el funcionamiento de tu cerebro? Porque yo creo que entenderlo es el primer paso para poder cambiar una situación que nos impide avanzar. Es el primer paso para vencer esa akrasia, ese efecto que nos impide dar los pasos necesarios cada día para alcanzar esa vida que nos gustaría llevar.
El autocontrol es un gran predictor de nuestro éxito en la vida
Desarrollar la capacidad de retrasar la gratificación es, por tanto, un gran predictor de nuestro éxito en la vida. Se ha demostrado que las personas con más autocontrol, en general, soportan mejor las frustraciones y dificultades de la vida, disponen de un mejor estado físico, son más perseverantes a la hora de conseguir sus objetivos y, en general, son más felices.
Esta es la conclusión que obtuvo, entre otros, Walter Mischel, psicólogo americano de la Universidad de Standford. En los años 60 este estudioso del comportamiento humano realizó un experimento con un grupo de niños para valorar su capacidad de autocontrol.
El experimento era bastante sencillo: llevaban a un niño a una sala y le daban una golosina. A ese niño se le decía que si era capaz de aguantar 15 minutos sin comerse la golosina, como premío obtendría otra golosina, es decir, podrían comerse dos golosinas en lugar de una.
Casi 50 años después, Mischel expuso conclusiones de sus experimentos valorando cómo había trasncurrido las vidas de los niños que habían retrasado la gratificación y esperado para obtener un benefico mayor y los que no. Según los resultados de su estudio, el autocontrol ayuda a predecir el éxito de una persona mejor incluso que su coeficiente intelectual.
El estudio ha demostrado que, en general, aquellos niños que habían logrado contener sus impulsos de comerse la golosina, habían sido más perseverantes a lo largo de su vida para conseguir sus objetivos, eran menos proclives a caer en la depresión, tenían vidas más estables y disfrutaban de relaciones más duraderas.
Por tanto, ser capaz de resistirte a la gratificación instantánea puede ayudarte a superar esa brecha que te separa de la vida que quieres lograr.
3 estrategias para acabar todo lo que empiezas
¿Y cómo vencemos esa akrasia? ¿Cómo ser capaces de marcar un objetivo, trazar un plan y seguirlo cada día? Te voy a comentar algunas de las estrategias que expone James Clear y cómo yo misma las he aplicado.
Estrategia 1: Crea tus propios dispositivos de compromiso
Un dispositivos de compromiso es una estrategias para mejorar tu comportamiento. Se trata de aumentar los obstáculos para caer en malas conductas o de reducir el esfuerzo para los hacer lo que debemos hacer.
Ya os he comentado el dispositivo de compromiso que desarrolló y aplicó Víctor Hugo, pero este no es el único ejemplo conocido. Ya en «La Odisea» se utiliza esta estrategia . El héroe de la historia, Odiseo, sabe que no hay manera de que pueda resistirse al encanto de las Sirenas, ya que siempre consiguen atraer a los marineros y esto es su perdición. Así que él mismo para evitar sucumbir a la llamada de las sirenas se ata al mástil de su barco, por lo que así le resulta físicamente imposible saltar por la borda y caer en la tentación.
Encuentra cuál es la principal barrera que se interpone entre tú y tus objetivos. Tú sabes qué es lo que debes hacer, pero algo te lo impide o digamos que te facilita el tomar otra acción que te aleja de tu objetivo. Localízalo y crea tu propio dispositivo de compromiso.
¿No consigues ahorrar porque gastas todo lo que ganas? Eso te pasa mes tras mes. Mi dispositivo de compromiso en este sentido es automatizar mi ahorro. Cada mes de forma automática transfiero una parte de mi dinero a una cuenta de inversión. De esta manera, ya no dependo de mi fuerza de voluntad ni de cómo transcurre ese mes.
¿Quieres adelgazar pero siempre caes en la tentación de esa comida poco saludable? Tú sabes que te hace daño y que no te ayuda a llegar a tu objetivo, pero no puedes evitarla. ¡Mentira! Sí puedes hacerlo, no la compres. Vacía ahora mismo tu despensa de esos alimentos que dañan tu salud. No visites esas zonas del supermercado donde se encuentra la tentación o mejor aún haz la compra por Internet o ve a un mercado en lugar del supermercado.
¿Te quedas en cama cada mañana en lugar de levantarte? Es que se está tan calentito… ¡Pon el despertador en otra habitación! Te tendrás que levantar sí o sí.
Estos son algunos dispositivos de compromiso. Crear tus propios dispositivos de compromiso es la manera de diseñar tus acciones futuras.
Busca tu manera de automatizar ese comportamiento positivo de antemano, en lugar de confiar en la fuerza de voluntad de cada momento.
Conviértete en el diseñador de tus acciones futuras y no en la víctima de ellas.
Estrategia 2: Reducir la fricción de arranque.
Yo recuerdo mi época de estudiante. Me marcaba un horario de estudio. Y recuerdo ese tiempo de descanso en que lo único que hacía era pensar en qué duro sería ponerme a estudiar, qué latoso pasarme horas y horas allí sentada ¡No me apetecía nada, la verdad! Y entonces lo iba dejando y dejando y esa sensación de postergar me hacía sentirme fatal.
Hasta que llegaba un momento en el que me agobiaba y me ponía a estudiar y resultaba que no era tan malo como lo había imaginado. De hecho, me había sentido mucho peor durante ese tiempo que había estado postergando que mientras había estado estudiando.
Seguro que te ha pasado esto alguna vez. Y es que estar en el proceso de hacer lo que debemos hacer suele ser menos doloroso que la propia postergación.
Entonces, ¿por qué seguimos postergando? Porque lo difícil normalmente no es hacer lo que debemos, sino empezar a hacerlo, es decir, iniciar ese comportamiento. Una vez que empezamos, generalmente terminar es mucho más fácil de lo que habíamos imaginado.
Por eso, cuando quieres adquirir un nuevo comportamiento, lo más importante es crear el hábito de empezar, en vez de preocuparte de hacerlo perfecto.
Tienes que reducir el tamaño de tus hábitos, descomponerlos en hábitos más pequeños. Y así reducirás la fricción de arranque, es decir, te costará menos empezar.
Si quieres escribir un libro, por ejemplo, empieza escribiendo cada día 200 palabras, no te marques el objetivo de escribir 2,000 de repente porque lo que haces con esto es crear una gran barrera para lograrlo. Te va a costar más empezar.
Pon todo tu esfuerzo y energía en construir un ritual y haz que sea lo más fácil posible para comenzar. No te preocupes por los resultados hasta que hayas dominado el arte de empezar.
Estrategia 3: Fija comportamientos en un lugar y momento específico.
Si quieres tener éxito en tus compromisos es importante que definas qué vas a hacer, cuándo lo harás y dónde. Por ejemplo, «Voy a escribir durante 20 minutos de lunes a viernes en la biblioteca el libro que quiero publicar”
Programar con detalle todas tus acciones va a marcar la diferencia. Diseñar tus intenciones y, además ponerlas por escrito, incrementa entre dos y tres veces las probabilidades de cumplirlas en el futuro.
Como has visto, nuestros cerebros prefieren las recompensas instantáneas a los beneficios a largo plazo. Es simplemente una consecuencia de cómo funciona nuestra mente.
Por eso, yo te aconsejo que para luchar contra tu mente utilices cada una de estas estrategias. ¿Cómo hacerlo?
Mi plan para aplicar estas estrategias
Yo te propongo un plan. Son 12 semanas para el cambio. Y para hacerlo he creado una herramienta 12S Focus Action Planner, un planificador que te ayudará a tomar el control sobre tu vida y tus comportamientos.
¿Se trata de una agenda? No ¿Es un libro? Tampoco
Es una herramienta que impulsa a la acción constante durante 12 semanas para alcanzar un objetivo transformador.
Contiene ejercicios que te ayudarán a definir correctamente ese objetivo que puede transformar tu vida, te ayudará a crear mecanismos de compromiso y a desarrollar hábitos para tomar acción constante y a organizar tu semana y tu día.
Cuenta con mecanismos de control para evitar que te desvíes de la ruta marcada. Además, el planificador va acompañado de una herramienta que te permitirá crear tu propio mapa hacia el éxito y visualizarlo cada día.
Y todo esto por solo 27 €. Sí Durante esta semana tiene un precio especial de 27€. Por ahora solo está disponible en España en focusactionplanner.com
Ya son varios impulsores los que lo están utilizando, gente como Gabriela, que tras recibir el planificador me escribió un email para decirme
“Te escribo felicitarte, porque de verdad el 12S Focus Action Planner además de bonito, es realmente útil, su contenido y la propuesta para marcar objetivos y como alcanzarlos es increíble. Además, es un desafío de autoconocimiento. Es la primer vez que inicio un plan formal para enfocar mis objetivos. Y he elegido tu método, porque me encanta como planteas la vida en tus Podcast. Y me encuentro en ese punto en el que quiero que mi vida de un giro de 180º.»
Yo quiero ayudarte a cambiar tu vida, pero hacerlo depende de ti.
Yo he adquirido un hábito que realmente ha cambiado mi vida: el hábito de la acción. Y sé que es ahora o nunca, porque “otro día”, “más tarde” siempre se acaba convirtiendo en nunca. ¿No te parece?
Aristóteles acuñó el término enkrateia como el antónimo de akrasia. Mientras que akrasia se refiere a nuestra tendencia a ser víctima de la postergación , enkrateia significa “tener el poder sobre uno mismo y sobre nuestras acciones”.
Definir un plan y seguirlo cada día es mi forma de vida porque yo me he dado cuenta de que es mi mejor estrategia para alcanzar la vida de mis sueños.
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